Alfonso Reyes, en una carta enviada en 1922 al escritor e historiador yucateco Antonio Mediz Bolio, le confesaba su anhelo de buscar “el alma nacional” y afirmaba que La visión del Anáhuac podía considerarse como un primer capítulo de esta obra.
Aunque al parecer el llamado “regiomontano universal” no llevó a cabo esa tarea, intelectuales de la época buscaron en las piedras y los monumentos, y encontraron el “alma nacional” en la llamada cultura madre y, con ello, transformaron el origen de la historia mexicana difundida en la época decimonónica. Y es precisamente esa noción la que la historiadora Haydeé López Hernández analiza en su libro En busca del alma nacional. La arqueología y la construcción del origen de la historia nacional en México (1867-1942).
Publicado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en su colección editorial Arqueología, serie Logos, el volumen fue presentado en la Dirección de Estudios Históricos (DEH) de dicha institución, donde Luis Vázquez León, profesor investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), explicó que buena parte de este texto se dedica a mostrar la historia del auge y caída de la llamada cultura madre, “de filiación propiamente arqueológica y con atributos personales; hablamos de Alfonso Caso, su creador”.
Indicó que gracias al detallado análisis de la autora, se reconstruyen segmentos del personaje, que lo hacen mucho más asequible a los investigadores, a sus lectores y las actuales generaciones, a pesar —dijo— de sus reiterados desplantes autoritarios.
El doctor en Antropología Social hizo un llamado a repensar seriamente sobre cómo, como sociedad, hemos construido la historia, no sólo la nacionalista, ya que consideró que se le ha dado una recepción casi religiosa, lo que impide que se dude de ella.
Para Tomás Pérez Vejo, doctor en Historia por la Universidad Complutense de Madrid, el libro no trata tanto del nacionalismo como de la nación mexicana, que, anotó, no es lo mismo. “Y parte de algo que la autora no explicita, pero que esta de alguna manera en todo el texto, es la idea que comparto, de que las naciones son relatos de origen, finalmente una nación es aquello que nos contamos”.
El profesor investigador en el Posgrado de Historia y Etnohistoria de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), aplaudió que el volumen empiece el análisis en el siglo XIX, cuando en el sentido estricto no existía la arqueología como disciplina, porque era una época donde la arqueología y la política estaban inextricablemente unidas: los historiadores son políticos y los políticos historiadores, porque hay una necesidad perentoria de construir ese nuevo sujeto político que es la nación.
“En ese relato, el mundo prehispánico se convierte en la clave del discurso nacionalista mexicano, mucho más que ningún otro, porque es ahí donde está el alma de la nación. Por lo tanto, el libro no trata sobre el debate de la arqueología mexicana o sobre Alfonso Caso o Manuel Gamio, aunque sean los protagonistas que aparecen continuamente, sino de la contribución de la arqueología al relato de la nación mexicana o a la invención de México”.
En su oportunidad, Haydeé López Hernández, investigadora de la DEH, expuso que su obra trata de rastrear la idea de la identidad del mexicano, porque en los siglos XIX y XX había una preocupación sobre ella y los intelectuales tenían claro que existía esa alma y que era necesario encontrarla.
“Aunque creo que ya en el siglo XXI sería un proyecto ocioso, o quizás poco afortunado, tendríamos que revisitar esta historia que nos hemos contado acerca de este origen único, grandioso, unificador, para buscar elementos nuevos que pudieran apelar a la diversidad que tenemos y construir nuevas historias en donde estas identidades no se confronten, sino que puedan vivir armónicamente, con mutuo respeto, pero sin este asidero identitario cuasi universal”, consideró.
La autora recordó que inicialmente estudió arqueología, pero al término de la carrera buscó historiar la disciplina porque pensaba que al hacerlo descubriría cómo se desarrollaba ésta, cómo ejercerla, pero entendió que se aprende ensuciándose las botas, en el campo de acción.
Haydeé López expuso que en este libro lo que escudriñó inicialmente, fue tratar de entender la antropología, y al no lograrlo se avocó a identificar algún problema que haya regido a la disciplina, en donde ésta pudiera involucrarse, hacerse palpable, al final, lo que contó esa historia que buscaba fue la narrativa de la historia, en la que se mezclaron conceptos como Estado, nacionalismo, nación, entre otros.
“Es necesario romper las narrativas nacionales tan omnipresentes, hay que repensarlas a partir de nuestro presente, ya no tenemos las condiciones del siglo XIX ni de la posrevolución, hay otros contextos que nos deberían urgir para buscar alternativas. En ese sentido, este libro podría servir para comenzar una posible discusión en torno al porqué valdría la pena romper con esas historias tan monolíticas y comenzar a buscar otras formas donde la arqueología pueda tener una mejor cabida, y la historia también”, concluyó.
En la mesa de ponentes también estuvo Luz del Carmen Cuéllar, maestra en Historia de México por la UNAM, y en Lingüística por la ENAH.
El libro está estructurado en tres capítulos: “El origen americano y la historia nacional decimonónica”; “Una nueva generación, un nuevo origen”; y “El origen mexicano”, además de Consideraciones finales y el epílogo “A la sombra del siglo XIX”.