INAH da tratamiento de conservación a los frisos policromados de Becán y Balamkú, en Campeche

Un equipo multidisciplinario del Centro INAH Campeche efectuó labores que aminoran los procesos de degradación ocasionados por el clima tropical

 

*** Las intervenciones se realizan anualmente como parte del Proyecto de Conservación Emergente de Sitios Arqueológicos de Campeche (CESAC)

    

 

 

Los frisos en estuco modelado y policromado localizados en las zonas arqueológicas de Becán (Clásico Medio 550 d.C.) y Balamkú (Clásico Temprano 250 – 450 d.C.), en el sur de Campeche, en los que se distinguen personajes de alto rango, gobernantes y ancestros con rasgos antropomorfos y ricamente ataviados con insignias e indumentaria asociada al poder, fueron sometidos a acciones de conservación emergente por parte de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), para atenuar los procesos de degradación ocasionado por el clima tropical de la región.

 

Cada año, desde 2014, la Sección de Restauración del Centro INAH Campeche, coordinada por las restauradoras Diana Arano y Leticia Jiménez, lleva a cabo el Proyecto de Conservación Emergente de Sitios Arqueológicos de Campeche (CESAC).

 

El equipo, integrado por siete especialistas, desarrolló herramientas de registro que permiten dar seguimiento al estado de conservación de los elementos pictóricos y escultóricos que están in situ en las zonas arqueológicas del estado abiertas al público, con lo que se puede establecer su nivel de degradación.

 

La restauradora Diana Arano mencionó que se registra la iconografía, la paleta cromática, el estado de conservación y las intervenciones previas. “Hacemos un informe escrito, dibujos, fotografías y modelos 3D realizados por fotogrametría que muestran a detalle cómo se encuentran los vestigios arqueológicos”.

 

En la reciente temporada, que concluyó en agosto, se efectuó conservación emergente en los frisos de la Estructura X de Becán y de la Subestructura 1 A Sub de Balamkú.

 

El friso de Becán, cuyas dimensiones son de 2m de base x 2.30m de alto, presenta una problemática particular debido a que lo protege un ventanal de vidrio, el cual fue innovador en los años noventa del siglo pasado, pero que con el paso del tiempo se ha comprobado científicamente que promueve altas temperaturas que contribuyen a su deterioro.

 

“Durante dos años nos dedicamos a monitorear la humedad relativa y la temperatura cada 15 minutos las 24 horas del día, y en los últimos doce meses se tomó la decisión de cubrir el ventanal con una lona: primero una cuarta parte, después la mitad, hasta abarcar la totalidad, con lo que se observó que la degradación aminoraba”.

 

El aumento de temperatura —prosiguió la experta— ocasiona que la humedad interna del edificio se transporte hacia la superficie del estuco en busca de un frente de evaporación. Las sales disueltas se cristalizan en los poros y en la superficie propician la ruptura y, en consecuencia, la pérdida del estuco y de la pintura.

 

“Esta situación nos ha llevado a dar atención emergente cada año, realizando procesos como fijar fragmentos, consolidar elementos con agua y lechada de cal; en el caso de Becán, desde hace dos años se aplica una ‘capa de sacrificio’ (mortero de cal y polvo de piedra) sobre el material original, para evitar que las sales cristalicen y que no se desprendan los materiales constitutivos.

 

“La ‘capa de sacrificio’ tiene la función de soportar los procesos de degradación antes de que el patrimonio arqueológico se afecte. Este último año, en que la ventana del cuarto protector del friso se mantuvo cubierta con la lona, no hubo desprendimientos exagerados”.

 

A decir de la especialista, estas afectaciones tienen que ver con la cubierta de vidrio y con el clima tropical de la región, por lo que se analizan posibles  soluciones en colaboración con especialistas de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC) del INAH.

 

La idea es llegar a una resolución colegiada y consensuada entre las oficinas centrales y el Centro INAH Campeche. “Nuestra propuesta está orientada a disminuir el tamaño del vidrio y de la entrada de luz solar sobre el friso, pero sin afectar la visita pública”, mencionó la restauradora.

 

El friso de Becán, donde se aprecia una figura humana en una postura contorsionista, asociada con el dios del maíz cuando emerge de la tierra después de su paso por el inframundo, aún conserva 65 por ciento de pintura original, por lo que la “capa de sacrificio” se aplicó sólo en la parte inferior, con mayor degradación.

 

El friso de Balamkú  (16.8 m  de largo x 4.10 m de alto), localizado en la Subestructura 1-A Sub, se encuentra en mejores condiciones de conservación. Aún tiene 85 por ciento de capa pictórica y es un ejemplar excepcional. Fue liberado hace 20 años y los mecanismos de degradación son menos complejos que los de Becán, sólo en el extremo derecho se ha desprendido la pintura”.

 

En su relieve están representados personajes de alta jerarquía y gobernantes ataviados con insignias e indumentarias asociadas al poder, como piel de jaguar,  joyas de cuentas de jade y tocados, quienes renacen de la montaña a través de las fauces abiertas de grandes reptiles y anfibios barrigones, imitando el movimiento ascendente del dios solar y del dios maíz.

 

En este caso, los trabajos de conservación incluyeron limpieza superficial, consolidación con agua de cal, desalinización y aplicación de resanes de protección, y no ha habido necesidad de colocar “capa de sacrificio”, concluyó la investigadora.

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