Cuando alguien fallece, sobre todo si es familiar o un amigo entrañable, el sentimiento y dolor hacen aflorar las lágrimas. Difícil contenerse. Y en las más de las veces, cuando nos enteramos de como falleció la persona, de pronto nos preguntamos, ¿Pero cómo fue que sucedió eso? Y es que, a veces, por la edad no alcanzamos a comprender los motivos para se nos adelantara en el camino. Y quiérase o no, la reflexión es inmediata.
Para conservar la vida hay dos condiciones: 1) La atención medica que, en este caso, hay dos instituciones grandes, como el IMSS y el ISSSTE, así como los hospitales tanto del Estado o las clínicas que se desprenden del sector salud; y, 2) La actitud y el comportamiento de cada uno de nosotros. Nadie, nos dice, hará por nosotros, lo que tenemos que hacer.
UNA CAGUAMA PARA BAJAR EL AZUCAR.
Uno de los grandes problemas que tiene el sector salud es la falta de una cultura, de un conocimiento, sobre la salud. La información que previene no se ha arraigado en la población. Bien recuerdo dos casos: un día escuche decir, a un adulto mayor –obvio, mayor que yo, que el con una caguama baja los índices glucémicos, es decir, la glucosa… cuando todos sabemos, o no debemos desconocer, que las bebidas alcohólicas son prohibidas para quienes padecen la diabetes.
El otro caso me lo conto un alumno. Me dijo que su abuelita había matado a su padre. Sorprendido por su afirmación, no dude en preguntarle las razones de su afirmación: todos los días, me dice, le daba de merendar una coca cola bien fría y un par de piezas de pan. Y le decíamos, abue, eso le hace daño, nos lo dijo el doctor. Pero la abue, solo respondía: “Va, de algo se habrá de morir, déjenlo que disfrute lo que le gusta. Efectivamente, de algo nos vamos a morir: con esa actitud se acelera el proceso.
DIABETES Y CIRROSIS.
Las cifras son escalofriantes, son duras, pero representan la dimensión del problema. Tamaulipas ocupa el honroso segundo lugar diabetes tipo 2. Hace un año (El Diario, 29 septiembre) el sector salud reconoce que tiene registrados 60 mil pacientes; que de esos, solo 20 mil están en tratamiento; y, lo más lamentable, es que cada año, en promedio, se incorporan a la estadística 16 000 por año y que fallecen 3000. Crece, de manera alarmante el problema. Y todo hace indicar que, pronto, no va a disminuir.
Hoy se conoce, por otra parte, datos que indican como la cirrosis ya ocupa el 6 lugar en la entidad como causa de defunciones. Se registraron 757 defunciones (540 hombres 217 mujeres). Se aclara que la cirrosis no es exclusivamente por culpa del alcohol, también puede ser una complicación de hepatitis… pero, la gran mayoría de las defunciones, es consecuencia de la ingesta del alcohol. ¿Por qué se llega a este grado?
AMOR POR LA VIDA.
Hace tiempo haciendo antesala en el IMSS para un especialista un hombre salió muy enojado del consultorio del cardiólogo. Resulta que al ver los análisis que presentaba le recrimina: “No hace caso de mis indicaciones, no sigue la dieta y creo que ni se toma los medicamentos”. Y lo remató: “No sé a qué viene, si no sigue mis recomendaciones, si no quiere hacerlo es su vida… si sigue así mejor déjele el lugar a alguien que si se quiera, que quiera vivir. Duro, muy duro el cardiólogo, pero es parte de una vida cotidiana de luchar contra la muerte.
El año pasado en mi cita médica con el especialista me pregunto: ¿Esta dispuesto a aplicarse la insulina” y agrego: buena parte de los pacientes que la reciben dicen que si, pero a la larga no la usan y cuando quieren remediar la situación ya es tarde, los daños son más severos. Y es que, me hace esa explicación, porque un médico familiar recomendaba ya la prescripción de la misma. Afortunadamente no fue así, el control ha sido más estricto y los resultados inmejorables.
¿Por qué no cuidamos nuestra vida? En principio no tenemos la cultura de prevenir enfermedades; luego, cuando ya las tenemos, no cumplimos al 100 las indicaciones médicas: tomar, por ejemplo, el medicamento a sus horas; ingerir una comida saludable, apropiada, como hacer todas las comidas, no brincarnos una; y, sobre todo, hacer el ejercicio recomendable. Hay quienes, teniendo la enfermedad, se resisten a dejar el alcohol o la coca menos a olvidarse de la comodidad de una vida sedentaria.
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