Desarrollan brazalete para personas con ceguera

Monterrey, Nuevo León. 31 de julio de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- Bajo la dirección de la investigadora Sofía Luna Rodríguez, un grupo de estudiantes de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) desarrolló un brazalete que facilita el uso del transporte público a las personas con debilidad visual.

 

“Este brazalete, llamado Snap N’Stop, surge a partir de un proyecto con mis alumnos de licenciatura, donde buscábamos aplicar un proceso de diseño que establecí en mis estudios de doctorado. No necesitábamos crear algo muy complicado, siempre y cuando esté respaldado por una investigación, análisis y validación adecuada, así como la detección de una necesidad “, explica la investigadora de la UANL.

Sofía Luna y su equipo de estudiantes se dieron a la búsqueda de un grupo en situación de vulnerabilidad  con una necesidad específica.

“Buscábamos ayudar a estas personas en su movilidad en el transporte público, pero también proporcionarles más autonomía en el desplazamiento cotidiano que pudieran tener en cualquier ciudad, además de tener un costo muy bajo”.

El transporte al alcance de una palmada

Previo al diseño y fabricación del brazalete, la doctora Sofía Luna y su equipo de estudiantes seleccionaron a un grupo específico con las necesidades buscadas, a fin de ver sus problemas en el transporte público, así como la percepción que ellos tenían de la sociedad. Además, el diseño resultó complejo, pues, debido a la debilidad visual, no contaban con los elementos comunes en el proceso de un diseñador.

Grupo vulnerable

Las personas con debilidad visual en México constituyen el segundo grupo más grande de población con discapacidad, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), pues casi un millón 300 mil personas viven con esta condición.

“El brazalete consta de tres capas: un material reflejante al frente, material de malla que está en contacto con la piel para que no sea incómodo y un flexómetro que permite el movimiento de palmada; además tiene unas láminas intercambiables. La composición y el uso de la colorimetría en cuanto a los contrastes nos permitió validar a cuánta distancia se puede distinguir el brazalete cuando alguien viene manejando”.

Su función consiste en que los usuarios coloquen el Snap N’Stop en su muñeca, desprendiendo el lado sobresaliente cuando vaya a ser utilizado, pues ello indica la ruta de camión que tomarán o, de ser así, la necesidad de un taxi. Tras estirarse por completo, el usuario levanta la parte donde se encuentra el braille.

“Nos enfocamos en dejar sus manos libres, pues son su medio de seguridad cuando están en un espacio abierto o se están desplazando. Una de sus manos está ocupada por el bastón, entonces no queríamos que fuera algo muy voluminoso, ya que ellos traen algo donde guardar sus cosas, por eso no podía ser complicado de ponerse y de usar”.

Después de las pruebas y el diseño del instrumento, la asociación Destellos de Luz se puso en contacto con el equipo de la UANL para solicitarles el Snap N’Stop para sus 70 alumnos.

Otra de las ventajas del producto tiene que ver con el precio, puesto que el costo de producción es de 60 pesos.

Un brazalete que busca conciencia para todos

“Después de trabajar con Destellos de Luz, buscamos informar a la asociación de transportistas sobre la existencia de este brazalete, para que lo tomaran a consideración por si lo veían en la calle. Claro que requiere una campaña mucho más amplia, para que logre permear entre los conductores”.

A pesar del bajo número de brazaletes en uso, el grupo creador del Snap N’Stop ha podido observar buenos resultados, aun cuando son pocos los transportistas que lo conocen.

“Hemos visto cómo conductores de transporte público, sin saber del brazalete, se detienen. Y, además de eso, las personas alrededor generan una conciencia, pues ya no tienen que acercarse a pedir ayuda, sino que automáticamente se acercan a ellos”.

El proyecto fue realizado en una unidad de aprendizaje impartida por la doctora Sofía Luna, participando Arnulfo Elizondo, Karla González y María del Rocío Torres.

“Fue un trabajo en conjunto, desde conocer la problemática hasta darle un seguimiento posterior a la unidad de aprendizaje. De hecho, hoy ya contamos con una patente”.

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