Asalto masivo, defensa eficaz
Cd. Victoria, Tam.- La lucha por la vida es dar y recibir, en la guerra, el mercado laboral, los deportes y las contiendas electorales. Quienes comparan los debates con una pelea de box subrayan aspectos como:
(1) El número y profundidad de los golpes lanzados por cada participante, su fuerza y contundencia, pero además (2) la puntería de cada cual, es decir, el efecto causado al descargar el puño sobre puntos medulares, equivalentes simbólicos de los ganchos a la mandíbula, barbilla, hígado, riñones.
Evaluar si conectaron (o no) al adversario, si lo “prendieron”. Es decir, si lo sorprendieron, sacaron de balance, lo hicieron trastabillar, tambalear, gesticular con dolor, verse mal, perder figura.
Y esto nos lleva (ojo) a valorar el inciso (1) en función del inciso (2), intenciones contra resultados. Y aunque en los debates no existe el equivalente al nocaut, hay momentos donde los argumentos de un contendiente dejan muy mal parado al adversario. Se diría que viendo estrellitas.
Haciendo memoria, JOHN F. KENNEDY lo hizo en el legendario encuentro de 1960 contra RICHARD NIXON; DIEGO FERNÁNDEZ sobre la humanidad de CUAUHTÉMOC CÁRDENAS en 1994 y VICENTE FOX con PANCHO LABASTIDA en 2000.
El propio CABEZA DE VACA en 2016, sobre un BALTAZAR HINOJOSA que ni las manos metía, una y otra vez estuvo contra las cuerdas y ya no sentía lo duro sino lo tupido. Le dieron (reza el dicho) “hasta con la cubeta”.
De aquí la utilidad del lenguaje boxístico. La dialéctica entre candidatos es también un combate, duelo de estrategias, ofensiva y defensiva. Se mide la eficacia en ambos casos.
Si un peleador lanza muchos golpes pero no acierta queda en el registro del réferi y los jueces. Si su contrario pega menos pero con mejor puntería, también.
AL ABORDAJE
En efecto, este domingo XÓCHITL GÁLVEZ se abalanzó con todo. En lenguaje bélico, emprendió desde el primer minuto un ataque masivo que quiso ser devastador. En Alemania se diría que lanzó un “blitzkrieg”. Embestidas rápidas y con fuerte poder ofensivo.
La pregunta es qué tanto acertó, con qué grado de puntería, eficacia y daño. Mi opinión es que, en su gran mayoría, sus acometidas no sacudieron a su rival, en razón de que CLAUDIA jamás les dio entrada, nunca la vimos tambalearse, mostrar confusión o tropezar con las palabras.
Ni siquiera mostró esa cara dura y aquellos aspavientos erráticos que le vimos en el primer debate. Para este segundo encuentro profundizó en su autocontrol y añadió un elemento nuevo.
Cierta expresión muy calculada de comodidad. Sonrisa distante y plácida, como la GIOCONDA, con la mirada alerta, que parecía situarla en un plano emocional muy lejano a cualquier tormenta discursiva.
En contraste, XÓCHITL se veía irritada. Recordando el dicho boxístico, nunca prendió a CLAUDIA porque tampoco la sorprendió y esto lo había anunciado SHEIBAUM al arranque cuando adelantó que esa noche se escucharían “calumnias y, de nosotros, propuestas”.
Desde ese primer momento SHEINBAUM fijó las condiciones de la competencia. Y no porque fueran calumnias las acusaciones que vendrían de GÁLVEZ, sino (más bien) porque en ese rango las ubicaría CLAUDIA para no sentirse involucrada, ni gancharse en ellas.
CALMA ESTUDIADA
Desdén premeditado que en la blindó emocionalmente contra los argumentos durísimos y a menudo bien logrados que esgrimió la opositora, salpicados de gráficas agresivas, ataques personales, apodos y denuestos.
Nada logró sacar a CLAUDIA de su “estado zen” (su burbuja, su escafandra) con que llegó pertrechada. Le zumbarían las balas, el estruendo de los bazucazos, pero permaneció inamovible. A diferencia de la guerra real, los obuses verbales no atinan si la persona no firma de recibido.
Ciertamente, mejoró bastante XÓCHITL GÁLVEZ, tuvo momentos brillantes. Cumplió lo prometido en la víspera, al dejar a un lado los consejos de sus asesores para recuperar la naturalidad y la franqueza que le caracterizan.
Hizo lo necesario que en cualquier democracia del mundo emprendería una candidata con 25 o 30 puntos de desventaja, cuando falta un mes para finalizar las campañas. Emplearse a fondo.
Subió al ring mejor informada, con una abundante colección de argumentos contra el obradorismo, entre suposiciones y denuncias reales. Sin duda arrancó aplausos entusiastas en la audiencia, entre quienes la siguen y también en los indecisos.
LA CONGELADORA
Pero cada respuesta de SHEINBAUM pareció en todo momento un gentil cubetazo de agua helada sorbe las llamaradas de GÁLVEZ. Ni la veía ni la escuchaba, se atenía a su guion, ahora con mayor seguridad en sí misma. Como la MONA LISA, con discreta alegría.
De ahí la desesperación mostrada en la recta final por la candidata opositora. Su expresión de sufrimiento, repitiendo aquellos gritos histéricos del primer debate: -“¡Contéstame CLAUDIA!”-
Voz del desierto que jamás encontró respuesta ante la decisión adoptada desde el primer minuto por la morenista. Desdén maquinado, aumentado esta vez con un elegante: “no, no, no y no.”
Habrá que esperar las encuestas. Es probable que XÓCHITL suba, aunque justo es advertir que una buena calificación en el debate no necesariamente representa un incremento en las preferencias del voto.
De cualquier manera se espera un repunte interesante, aunque (pienso) insuficiente. Si algo cambió este encuentro es haberle otorgado un nuevo interés al tercer round del domingo 19 de mayo (que antes vimos de mero trámite) y donde destaca un tema fundamental. La seguridad.
¿Quién ganó?… Me gusta opinar a contracorriente, ni una ni otra, yo pienso que los tres (incluyendo al propio MÁYNEZ) pulieron su estilo y consolidaron un discurso propio. Avanzaron todos.
BUZÓN: lopezarriagamx@gmail.com
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