Hipódromo Político
por Carlos G. Cortés García
· Si Guacamaya vulneró los servidores de la Secretaría de la Defensa Nacional, ¿qué otros servidores no podrían vulnerar? El tema tiene muy preocupado al presidente de México, aunque haya querido tapar el asunto con una canción de Chico Che.
Sin duda que el hackeo de los servidores de la Secretaría de la Defensa Nacional fue un duro golpe al corazón de la Cuarta Transformación. En los más de 24 millones de documentos que salieron a la luz pública, hay de todo, como en botica, dijera la Nana Goya: informes de la salud del presidente, de la atención médica de la salud de la familia presidencial, de las reuniones y regalos del titular de la Secretaría de la Defensa Nacional, mapas delincuenciales en la Ciudad de México y hasta una tarjeta informativa que acusa a un elemento que le puso dos piezas de calzado distinto al General Secretario. Esto es lo que se sabe, pero podría haber más, muchas más cosas, y van a salir a la luz pública, de eso no hay duda. Son 24 millones de documentos y ahí hay de todo.
Ahora se sabe que el grupo responsable del hackeo, que se autodenomina Guacamaya, usó un ataque contra la Secretaría de la Defensa Nacional en donde se aprovechó una vulnerabilidad en el servicio de correo electrónico Zimbra con la que extrajo los 6 terabytes de información. Pero Guacamaya no fie el primero. Otros ciberatacantes ya habían intentado descargar archivos desde los servidores de la Secretaría de la Defensa. El grupo tardó alrededor de un mes desde que explotó la vulneración hasta que extrajo la información del servidor del Ejército.
El caso es que este martes, durante la Conferencia Mañanera, fue inevitable la pregunta sobre la adquisición de un sistema israelita de espionaje, Pegasus, que sólo se vende a gobiernos. Y el cual fue descubierto por periodistas y defensores de los Derechos Humanos, este por cierto de Nuevo Laredo.
Y la pregunta incomodó al presidente López Obrador. Eso quedó claro. Y como siempre el presidente tiene otros datos, dijo que este gobierno no espía: “hacemos trabajo de inteligencia”, porque como siempre se ha dicho, “no somos iguales”. ¿Enserio? ¿Inteligencia o espionaje? Esa respuesta, la verdadera, dará luz a muchos temas que encabeza el gobierno federal.
¿Qué más saldrá de este trabajo cibernético, fino, tejido por el grupo de las Guacamayas? ¿Qué más información sensible y delicada habrá de ver la luz pública en los próximos días? Porque un aparato de inteligencia, “inteligente”, prácticamente debe seguir a todos: a políticos, periodistas, adversarios, grupos delincuenciales y muchos otros etcéteras.
Por ejemplo, de los “Guacamataleaks” se desprende que la Secretaría de la Defensa Nacional trabaja ya en la creación de una línea aérea del Estado que brindará servicio público de transporte de pasajeros, adicional al Aeropuerto Felipe Ángeles que ya opera el ejército mexicano, a las aduanas, el Tren Maya, el Aeropuerto de Tulúm, a la seguridad pública y muchos otros aspectos económicos, políticos y de gobierno que operan los militares en este país. Y ello preocupa mucho, a muchos, porque hoy el ejército detenta una fuerza económica y política nunca antes vista.
10 aviones rentados más el Avión Presidencial habrán de conformar la flota de esta nueva empresa del ejército mexicano prevista que opere en el 2023. ¿Vendrán más empresas en camino? No se sabe, aunque reitero, la fuerza y el dinero con que cuenta el ejército en esta administración de la 4T no se había visto en la vida de los gobiernos civiles de este país. ¿Habrá miedo de por medio en la toma de estas decisiones de compartir el poder y la riqueza?
¿Qué sigue para la Secretaría de la Defensa Nacional? ¿Se le abrirá la posibilidad para competir políticamente por cargos de elección popular? Sería bueno que los legisladores abrieran bien los ojos porque en una de esas se le ocurre a alguien pedirlo, así como se les ocurrió el pasado fin de semana que el presidente López Obrador se reeligiera. Él por supuesto dijo que no, así como también en 2005 decía, cuando le preguntaban sobre si buscaría la presidencia, y el siempre decía “lo que diga mi dedito” y su dedito siempre decía que no. Y mírenlo donde está.
Es increíble, pues, que con el presupuesto con que cuenta el ejército mexicano se les haya metido la Guacamaya hasta la cocina. ¿Error, complicidad o estrategia? Habrá que ver, pero por lo pronto, hay más de 24 millones de cables de la SEDENA pululando por ahí.
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D.R. HIPÓDROMO POLÍTICO
2022