E L I N Q U I S I D O R
LUIS ARMANDO VARGAS TORRES
Le conocí allá por el año de 1977, era estudiante de filosofía y letras de la UNAM, oriundo de Tepic Nayarit, un tipo formidable excéntrico a más no poder, el era mi gran amigo David Rodríguez, su novia era una inglesa llamada Susan, se extravió por seis meses junto a su novia, eran vacaciones, no regresó.
Todos le perdimos la huella hasta que tuvimos noticias que pernoctaba en una playa de Vallarta, vivía en una carpa junto con ella y subsistía vendiendo baratijas, amuletos, haciendo limpias, dando Reiki, su enseñanza eran cursos de poderes, los cuales pretendían encarnar al Cristo cósmico.
Recuerdo que regresó y nos fuimos a festejar a casa de un amigo mutuo, sin embargo el regreso los hicimos en vehículos diferentes, el insistía que me fuese con ellos, pero el que manejaba era ocasional, parecía rebeco y traía un deportivo recién sacado de agencia, su llegada fue rallando llanta, estábamos por los rumbos de la Colonia Condesa, algo presentí.
Nunca llegó… al otro día se activo la alerta, hasta que lo encontramos gravísimo en el Hospital Rubén Leñero, tenía costillas rotas que le atravesaron un pulmón y fractura expuesta de tibia y peroné, sin embargo sobrevivió, unos meses anduvo con muletas y su recuperación la hizo en la casa donde morábamos 15 estudiantes, por lo que aprendí de su pensamiento y actuar.
En las largas charlas me introdujo al mundo del esoterismo, me explico cómo nacen los mundos, la naturaleza humana, el año cósmico, la rueda del samsara, el sacrificio por la humanidad, las leyes universales y lo que más me impactó; me habló de los hermanos extraterrestres y del libre albedrío.
Me dijo que era un ser sembrado en su cuerpo por seres de otro planeta, que desde niño había muerto porque se le cayó de la cama a su madre y se fracturó el cráneo, la ciencia médica decía que era imposible que eses niño viviera, creció en una familia numerosa, pero nunca se sintió parte de ella, no se entendía con los patrones de conducta del clan familiar, sentíase en una cárcel, por ello se fue a la CDMX, destetándose.
Una vez repuesto, me llevó al Centro de Estudios Extraterrestres de Pedro Ferriz Santacruz, autor de varios libros. El primero fue Un mundo nos vigila (1972) que
comienza con una entrevista a Wernher von Braun, el padre del cohete Saturno V. Después vinieron Los OVNI y la arqueología de México (de 1978, junto al francés Christian Siruguet), Los hombres del OVNI (1981) y ¿Dónde quedó el arca de la Alianza? (1983).
Me quedé maravillado de observar libros dictados por extraterrestres que enseñaban a la humanidad a bien vivir, desde como engendrar un hijo superdotado haciendo ciertas dietas físicas y mentales con antelación de seis
meses antes de la concepción como adquirir poderes, transmutación sexual de la energía etc. de ahí nació mi interés por lo oculto, se me abrió un mundo más allá de las formas, fuera de lo material.
Tiempo después me invitó junto a otros 3 amigos mutuos a bajar naves allá por el Ajusco y ante mi credulidad y las dudas de los demás fuimos a eso de las 8 de la noche y manejando un mantram que rezaba soo-liiin-saaa laaa-raaaa, observamos luego de 5 minutos como una nave gigantesca del tamaño de un estadio de futbol, apareció, primero como una estrella y luego se hizo gigantesca. pero no bajó, decía mi amigo que era por la polarización energética de los presentes.
Uno de ellos era vidente manejaba magia negra, otro era gnóstico y rosacruz, el otro un arquitecto que era aprendiz de sanador, el otro hacia sus pininos en política pero de carencias estrambóticas en su formación, pero con un ánimo excepcional para superarse y mi amigo.
Lo cierto es que mi amigo era un ser raro, introvertido con la gente, solo con sus amigos de confianza era explícito que no pasábamos de 5, nos contó que lo llevaron seres de la galaxia de Orión a conocer su tierra y era un planeta hermoso donde la naturaleza era como de la tierra, arboles de un verde vivo y ríos de agua azul brillante, que tenía una luna similar a Júpiter en su forma que se veía muy cercana.
Nunca sintió apego por lo material, reía de todo y de todos, pero no se enganchaba con nadie, su lema era ¡tira a león, que se te resbale!, recuerdo a Susan su novia, muy bonita le adoraba pero no le entendía, ella tan ordenada y metódica como la mayoría de los Ingleses decía que David era un caos, demasiado desapego a la tierra y que se la pasaba volando su imaginación.
Dentro de los poderes que manejaba era el control de los elementales de la naturaleza agua, tierra, aire y fuego, te hacia llover, te paraba la lluvia, te cambiaba el aire de frio a caliente o a la inversa, muchos lo consideraban loco o fuera de serie, por eso era muy cuidadoso y no se mezclaba con cualquiera.
yo que le conocí a fondo lo consideré un ser iluminado, de los pocos, como Demian el de Herman Hesse, sembrado en la tierra como el lo externaba, salí de mi carrera, el mundo nos deparó caminos distintos, en la actualidad no sé que ha sido de mi amigo.
Me abrió la puerta a un mundo desconocido para los muchos, un mundo reservado para las excepciones, certifico, porque me consta, que si existen mundos paralelos y si hay los llamados extraterrestres porque los ví, pero eso es irrelevante, ellos nos enseñaron por charlas telepáticas que la verdadera lucha es con nosotros mismos, los enemigos a vencer somos nosotros, el control
de nuestras emociones y aprender a servir, pero sobre todo que hay un pecado no negociable con la justicia divina es romper libres albedríos.
A lo largo de nuestras vidas a todos nos sale un David, probablemente no estemos preparados para escucharle, siempre habrá una voz que te oriente, este escrito a algunos les causará sorna, a otros les dará una luz indicándoles que hay otros horizontes y reafirmará en otros lo conocido,
A México le ha llegado un despertar, hay camino, hay rumbo, es tarea de todos, lo imposible no existe, siempre hay alguien que te orienta, pero su labor es de mensajero