Para este momento, creo yo, buena parte de los ciudadanos responsables, aquellos que van a acudir a votar, ya tienen definido por quien lo harán. Creo que un repaso en las redes sociales da una idea, por ejemplo, de cómo lo harán buen número de nuestros contactos. Sin embargo, creo conveniente hacer una reflexión sobre el tipo de votos que se ejerce, obvio, en función a las motivaciones que lo definen. Y vamos a encontrar, entonces, que la sociedad ha ido perdiendo consistencia ideológica.
Los expertos nos dicen que en las elecciones los ciudadanos emiten su voto en función a la percepción que tienen de los candidatos. Y pueden tener razón; se observa, se deduce por las expresiones, que hay un voto de hartazgo predominantemente hacia el PRI y en menor grado hacia el PAN: al menos es la deducción de observar, en las distintas encuestas, como AMLO pese a la guerra sucia o señalamientos no disminuye su intención del voto.
VOTO IDEOLOGICO.
Cuando nacieron los partidos políticos la sociedad se dividió en función a la postura ideológica de los mismos. Así, por ejemplo, en los Estados Unidos está el Republicano y el Demócrata; en otros países, hay “Laboristas” o “Socialdemócratas”, en tanto que en otros hay partido popular o partido socialista. El caso es que, cada partido político, se caracteriza por una ideología. En el caso mexicano, por años, el PRI fue el partido de la revolución mexicana.
Con el paso del tiempo los partidos, identificados por una ideología, se polarizaron en de “izquierda” y de “derecha”; luego fueron apareciendo unos de “centro-derecha o centro izquierda”, es decir, que no se van a los extremos. Hoy en día, este tipo de partidos, en la práctica no existen, al menos en México, donde ahora hay una amalgama de ideologías con intereses políticos-partidistas.
OFERTA ELECTORAL.
Cuando los partidos políticos se dan cuenta que sus ideas ya no cuajan entre los ciudadanos tienen una evolución hacia una oferta electoral, con temas y problemas específicos; de ahí nace lo que hoy se conoce como oferta política. Cada partido, cada candidato, toma en sus manos un problema específico y se apuntala en ese: por ejemplo, en esta campaña AMLO ofrece acabar con la corrupción, como una medida vertebral para dar solución a buena parte de la problemática nacional; en tanto que Ricardo Anaya ofrece meter en prisión a Enrique Peña Nieto por corrupto.
En la práctica, en términos generales, todos los candidatos ofrecen lo mismo: incentivar la inversión, generar más y mejores empleos, fortalecer los ingresos familiares, consolidar la educación, mejorar la cobertura en salud. Sin embargo, hasta este tipo de promesas ya no resulta, pues la gente ya no les cree a partidos y candidatos en virtud de que, elección tras elección, han ofrecido lo mismo.
CLIENTELISMO ELECTORAL.
En las últimas elecciones mexicanas, sin ser la excepción como país, se desarrolla y consolida el clientelismo electoral. Que es una manifestación de un proceso de compra disfrazada de votos mediante el uso electoral de los programas de bienestar social. Comento una señora del ejido: ya me voy al evento de la señora, de la candidata del PAN, porque me arreglaron el 65 y más. Así es como se puede mencionar uno y otro programa social en esa dirección… ¿Quién no recuerda el de Solidaridad de Carlos Salinas?
Elección tras elección el partido en el poder, sea el PRI, PAN o PRD, han sido acusado de propiciar el clientelismo; de repartir despensas, material de construcción y hasta tarjetas de débito. Por eso, en algunos casos, se recomienda al elector: toma lo que te den, la despensa, los block, las láminas, pero no votes por ellos, porque son corruptos. El caso es que, bajo este esquema, en la práctica es una compra-venta de votos. Las denuncias ya no son tantas, pero siguen existiendo.
VOTO UTIL.
Vicente Fox hizo emerger en México el voto útil: el que no es ideológico, que no se basa en un programa de acción o una oferta político electoral, con el único sustento de lograr un cambio. Basta con decirle a la gente lo que quiere escuchar y se ganan adeptos: es lo que hizo, en más de 20 años, AMLO: identificar, señalar, acusar a una mafia del poder, causante de los rezagos sociales, del monstruo de las mil cabezas que es la corrupción. Y es, ese voto, el que promueve AMLO con solo un propósito: acabar con la corrupción como punto de partida para transformar a México. Parejo, dice, para que no haya contrapesos y pueda, como gobernante, hacer lo que se le antoje, así como lo hicieron en el siglo pasado los presidentes del PRI.
VOTO RAZONADO.
En un país donde ya la ideología se perdió, donde las posiciones políticas solo tienen como propósito la obtención del poder, lo más conducente es un voto razonado: emitir el voto en función, obvio, al conocimiento que tenemos de los candidatos; de su experiencia, conocimientos y capacidad e intentando ver el bosque completo y no solo el árbol: México debe transitar a una democracia más firme, con pesos y contrapesos, que impulse un cambio de cultura político-electoral. Avanzar, consolidar, no retroceder o estancarse